Volveremos a ser dos personas escondidas en medio de la oscuridad de una habitación mirándonos los ojos con serenidad, la serenidad de la oscuridad descuartizando nuestros cuerpos.
La brújula marcaba un camino obsoleto porque nosotros queríamos ir a otro lugar pero el destino nos obligaba a seguir caminando por el obsoletismo que finalmente nos conduciría al borde de un precipicio que hacia que miráramos el fondo de aquellas profundidades con cierto grado de resignación.
Un día se instaló en nosotros un aire de positivismo que hizo que nuestras fuerzas se doblegasen e intentaran no caer al abismo pero por mucho que lo intentáramos seguíamos en el mismo lugar.
Nos encontrábamos varados y sin ninguna posibilidad de cambiar la situación pero una mano cálida nos ayudó a subir para que no cayéramos al precipicio y justo en el momento en que casi habíamos conseguido levantarnos esa mano amiga nos empujó.
Aún seguimos en caída libre.
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