Un día 15 de mayo.

Sabia que era un día especial, lo sentia como si fuera suyo. Había pasado un año desde ese mismo momento en que se despertó notando la misma sensación. ¿Habia cambiado algo en su vida? ¿Algo diferente había ocurrido? ¿O solo se habian mantenido todo en absoluta calma, como las hojas de un arbol en un verano caluroso? Lo descubriria dentro de poco pero el sol ya se encontraba posado en el horizonte y anunciaba un nuevo amanecer lleno de oportunidades, ilusiones o tal vez desengaños. Dejó caer al suelo de madera sus pies y observó como el derecho se adelantaba al izquierdo. Si era supersticioso o no es algo que no importa demasiado pero él sabia que era una de sus pequeñas manías. Ahora se encontraba delante de la pantalla de su móvil contestando felicitaciones de cumpleaños de gente que realmente no le importaba demasiado y que seguramente solo decian esas palabras para mantener una costumbre viva o un rito como sus pensamientos más profundos describian esa situación. Una canción de Muse sonaba en todo el espacio y desde la ventana era posible comprobar el transito de coches por la carretera que ofrecian un paisaje urbano con notas grises de una lluvia de mayo que caia para hacer ver que el verano todavía no estaba entre la gente. Un pequeño destello de luz apareció de entre todo lo demás confundiendo la realidad con la ficción. El día estaba a punto de consumirse como una vela de cera enfrente de algún santo para rogarle su deseo, ¿si el día se materializara en deseo, cual desearía él? Lo pensó y miles de dudas asaltaron su mente. Puede que deseara vivir esos momentos imperfectos un año más porque puede que nada interesante hubiera pasado pero era su cumpleaños y eso bastaba para provocarle felicidad.