Yo no te conozco, conocerte costaría una vida muy larga y no la tengo para utilizarla contigo. No te conozco porque si te conociera no podría conocer a nadie más. Me envolvería de ti, cubierto de tu esencia, la tuya y la única que tienes.
Cuando te miro, veo reflejado en tus ojos mi ilusión difusa. Perplejo del color, de la maravilla que hay en todo lo que veo. Tus ojos me devuelven la mirada y ya no sé si lo que observo es un libro o una película. Si el tiempo deja de existir y mis creencias desvanecen, ¿qué sentido tiene poseer todo lo imaginable, si no te tengo a ti?
Guardado llevo, de donde solo el tiempo es asesino, mis recuerdos. Pero en tus pupilas y tus iris, de indefinible tonalidad, siento que seré capaz de ser quien soy, de sonreir, de equivocarme estrepitosamente y saber que he fallado a conciencia.
Acabaré mal, lo acepto.